A veces me siento como un perro, queriendo rayar a todo el que se le atraviese, culión.
He sido grande y he sido pequeño, y he sido grande otra vez, y aun así nadie me amó.
Estoy seco. Me siento seco, chupado, pequeño. Y no hay razón para sentirme tan seco. Se supone que como bien, hago ejercicio y tengo una familia. No habría razón para estar seco.
Pero acá estoy, tomando 15 litros de agua de seguido, embuchándome de agua para luego ir a mearla. ¿Cómo me quito lo seco? Para el que no sabía, soy sirena —o sireno en este caso— y estoy seco. Pronto moriré.
Tomando un vaso de agua, estaba leyendo esto, sentado de pierna cruzada en la mesa esa al lado de la ventana, imaginándome la vida del sireno. Habrá muerto? Seguirá seco? Le salieron pulmones?
Me imagino al sireno con cuerpo y cabeza de bocachico y unas piernas todas larguiruchas de veinteañero resentido, siendo parido por su mamá sirena en un hospital de sirenos, y capaz sin un papá sireno, porque se fue a cuidar los tres hijos de la mosa sirena que venía de otro mar.
Un sireno chiquito que andaba en bola por el arrecife, mientras doña Bagremira lo cuidaba para que no se fuera a ahogar con agua, mientras pelaba las papas para el almuerzo sentada en un banco de plástico. Doña Bagremira tenía un esposo y tres hijos. Ya los tres, bien hechos y derechos, se fueron de ahí a ver si conseguían una mejor vida. Bagremira se quedó sola con su marido. Juan Bocachico venía de un banco pequeño, como tres familias de peces, porque las demás las habían pescado. Quién comerá bocachico con patas? Conoció a Bagremira durante La Violencia, y ya va a sacar los votos de oro con su pesa.
Bagremira estaba haciendo unas fritas porque su primer hijo, el varón de la familia, su hijo favorito, Robaloberto Bocachico, estaba cumpliendo años de pescado. Robaloberto fue el primer varón y único de una puesta de tres huevos. Era el favorito de Bagremira porque le ayudaba con el aseo de la casa sin que se lo pidiera, y era para ella casi que más marido que su propio marido. Y también porque hacía un arroz muy rico.
Robaloberto se fue pal arrecife porque le dijeron que se hacía buena espuma, y quería comprar un televisor para que su vieja viera novelas turcas. Allá se amañó, y cuando menos se dio cuenta, los otros peces le hicieron morder el anzuelo, y pescado quedó.
Bagremira sabía que su marido no iba a venir. Lo había visto con la tendera, agarrándole las huevas un par de veces. Entonces hizo el almuerzo con las fritas e invitó al sireno chiquito a comer, porque no quería almorzar sola.
y ya hasta ahi va mi historia de un bagre con patas :) la vdd me diverti mucho haciendolo y espero que los enganche igual q a mi.
recomendacion del momento todo lo demas tambien -andres calamro